Cuenta García Oliver que vencida la sublevación fascista en la Barcelona de julio de 1936, Lluís Companys, presidente de la Generalitat Catalana , dirigiéndose a los sindicatos triunfantes dijo: “habéis vencido y todo está en vuestro poder. Si no me necesitáis o no me queréis como presidente de Cataluña, decídmelo ahora, que yo pasaré a ser un soldado más en la lucha contra el fascismo. Si, por el contrario, creéis que en este puesto, que sólo muerto hubiese dejado ante el fascismo triunfante, puedo, con los hombres de mi partido, mi nombre y mi prestigio, ser útil en esta lucha, que si bien termina hoy en la ciudad no sabemos cuándo y cómo terminará en el resto de España, podéis contar conmigo y con mi lealtad de hombre y de político que está convencido de que hoy muere todo un pasado de bochorno…”
Guardando las distancias, y los momentos históricos tan diferentes, algo de las palabras de Companys podemos aplicar a esta fría y húmeda noche de enero, en la que más de 80.000 personas hemos demostrado que el poder es nuestro, que los tiempos son nuestros y que la fortaleza demostrada es inquebrantable e invencible si sabemos mantenerla unida baja la luz de decenas de miles de luces que son, en definitiva, nuestros corazones de hombres y mujeres libres.
Los sindicatos pueden ofrecernos su nombre, su prestigio, o al menos recuperarlo, y su lealtad pero nosotros y nosotras somos los dueños del futuro y ellos están para desbrozar el camino que nos conduzca a la derogación de la funesta Ley 5/2010, el Tijeretazo. Hay que mantener el poder conquistado en la calle, estar vigilantes ante las vacilaciones de nuestros representantes sindicales, mantener la presión pacífica pero firme sobre el gobierno regional, demostrar que somos perseverantes en nuestros objetivos, no vacilar, tampoco ceder ante el chantaje, la calumnia y la mentira tan hábilmente manejadas por los políticos.
El poder pertenece a la gente, y esta noche hemos manifestado la voluntad de retenerlo en nuestras manos con la impresionante, histórica es la palabra, manifestación que he recorrido las calles de la ciudad enfundada en el traje de la Vía Láctea. Demostremos que sabemos gestionarla colectivamente, que nuestra dignidad, grupal e individual, exige a los sindicatos que no cedan un ápice en el objetivo perseguido, que nos es otro que la derogación del Tijeretazo o, en su caso, su muerte por inanición.
Exijamos a nuestros representantes sindicales que sean nuestra voz coral en las negociaciones, meros transmisores de la voluntad de enterrar definitivamente una ley infausta, con la partitura de la Marcha Fúnebre de Mozart como hoja de ruta de todas las organizaciones sindicales.
Creo que hoy nos hemos hecho adultos, o hemos recuperado la memoria perdida, pero ahora sabemos el poder que otorga la unidad de decenas de miles de personas señalando con el silencio a los culpables del mayor retroceso en derechos laborales desde, al menos, los años cuarenta del siglo pasado.
Los sindicatos lo tienen fácil, sólo les queda echar tierra en el nicho del Tijeretazo. Nosotras y nosotros hemos bajado el ataúd y lo hemos orlada con miles de velas, que nuestros representantes sean los sepultureros, para algo les votamos.
1 comentario:
Qué pena que la gente no sepa leer lo realmente importante. Artículos como el que escribes merecen mucho más. Ojalá todos fuieran de capaces de extrapolar como tú lo hacxes. Enhorabuena!
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