Somos un pueblo derrotado, o tal vez la derrota ha transitado demasiadas veces por nuestras vidas. Pero ahora he comprendido que somos también un pueblo de sindicatos derrotados, que solo transitan por los trillados caminos de sus intereses. El particularismo lleva al egoísmo pretendidamente colectivo, y éste, recorrido natural de la pobreza moral, al egoísmo del individuo solo, que busca reconocimiento, alabanza de su ingenio y sabiduría, poder en definitiva. Lo he visto en los responsables del
ANPE, de
la CSIF, del
SATSE, por descontado del
Sindicato Médico, esa gente que quiere retornar a las relaciones gremiales del Medievo, donde ellos ocuparían la cúspide de los habitantes del burgo.
Murcia es país triste, siempre lo fue. Hogar de caciques y de sus servidores. Las mismas familias a lo largo de los siglos…la misma mediocridad reproduciéndose en un paisaje hermoso, luminoso pero mezquino. Mientras, la gente emigrando, buscando nuevos horizontes, en el exilio, escribiendo poesía en tierras lejanas, añorando los territorios de su infancia pero despreciando las figuras humanas que los habitan. Tierra de caciques y tierra de servidores que se pliegan a la voz de sus amos, llámense sindicalistas o siervos de la gleba.
Los sindicatos lo forman las personas, sin duda. Tengo amigos en la CSIF, en ANPE, en el SATSE… personas sensatas que defienden ideas sensatas pero ocurre, debe ser ley de vida, que sus dirigentes se decantan en los ganga política, son aprendices de amos, de nuevos ricos, de añorantes del poder. Y entonces todo fluye, y la dignidad deviene en sumisión, y la sumisión en deseos de someter a sus iguales, perteneciendo, subordinados ellos, a las partes innobles de sus amos. Pensar que el sindicalismo es también una forma de mercado no está demasiado alejado de la triste realidad. Pensar que las leyes salvajes del mercado, y de las relaciones sociales y de poder que éstas generan, deben ser también señas de identidad de los sindicatos es desconocer lo que quieren sus afiliados, los profesionales de la educación, de la sanidad, del apoyo administrativo. Me temo que algo de esto ha debido ocurrir cuando cuatro sindicatos, sus representantes, han bajado la testuz y han jurado sumisión al señor presidente de la comunidad. ¿A cambio de qué?. Nunca lo dirán pero no es difícil intuirlo.
Miles de empleados públicos interinos, sanitarios y docentes fundamentalmente, han sido sacrificados en la pira de los intereses políticos, bastardos por definición. Cesarán y no volverán a ser contratados. El lenguaje encierra engaños y el que lo domina es poderoso. ¿35 horas asistenciales?. ¡Qué descubrimiento en el bosque del idioma español!.
La CSIF, el SATSE, el ANPE, el CESM, barro en las estepas de la decencia, han pactado la ruptura de la unidad sindical al toque de trompeta del poder, pero sobre todo han traicionado la confianza de decenas de miles de personas que, por una vez, creímos en la posibilidad de la unión inquebrantable de intereses comunes. Pero Murcia es un país de caciques, de vendedores de sueños y compradores de voluntades.
Seguimos cabalgando con CC.OO, UGT, STERM y,deseamoss, SIDI y SAE. Esperamos que no nos descabalguen en mitad de la batalla con nuevos pactos traicioneros. Recordando a Rodrigo Díaz de Vivar decimos:
¡Oh Dios, qué buen vasallo si tuviese buen señor!